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Cómo eliminar los malos hábitos en el trabajo

Los hábitos son acciones que solemos realizar de manera rutinaria; nuestro cerebro no tiene que pensar para ejecutarlas, por lo que somos capaces de llevarlas a cabo rutinariamente, sin esfuerzo consciente. Existen hábitos positivos que nos ayudan a cumplir nuestros objetivos, sin embargo, también existen esos hábitos malos que son un gran obstáculo para el crecimiento personal y profesional, y que, en vez de ayudarnos, pueden volverse contra nosotros. Por eso es importante establecer un plan para erradicar estas conductas y tener un mejor desempeño laboral.

 
1.            Identifica el activador y la recompensa obtenida.
Todo hábito tiene una conducta que le antecede y que lo activa (dichos factores desencadenantes pueden ser cualquier cosa), y además se mantiene por las recompensas que se esperan recibir. Un punto fundamental es saber cuáles son los desencadenantes ambientales que lo provocan, así que asegúrate de conocer el disparador que preceda al hábito que quieres eliminar. De igual manera, identifica la o las recompensas obtenidas con esos hábitos. Hazlo con total detalle para que puedas erradicar el disparador y buscar otra manera de obtener la recompensa. Si no puedes quitar el disparador puedes usarlo como impulso para generar hábitos buenos.
 
2.            Remplaza el hábito con una conducta alternativa.
Una vez que ya conoces la recompensa que te da ese mal hábito, piensa en cómo podrás obtener esa misma recompensa con otro hábito. Piensa en la sensación que te invade cuando vas a hacer eso que se quiere erradicar y pensar en algo que te ayude a disipar esa sensación previa. También puede ser útil desarrollar habilidades que te ayuden a enfrentarte a las situaciones que provocan el mal hábito.
Los estudios demuestran que sustituir un mal comportamiento por uno bueno es más eficaz que solo detener el mal comportamiento.  El nuevo comportamiento interfiere en el antiguo hábito y le impide al cerebro entrar en el modo de piloto automático.
 
3.            Avanza despacio, pero con perseverancia.
Romper los malos hábitos es un acto de conciencia constante, por lo tanto, debes elaborar una serie de pasos para abandonar el hábito de forma progresiva, pues de lo contrario tendrás más probabilidades de recaer debido a la dificultad. La consistencia y persistencia son las dos medidas más fundamentales para romper un hábito. Si trabajas duro la primera semana, pero luego aflojas, no conseguirás erradicar el mal hábito. Los hábitos consolidados son difíciles de romper. Pero la buena noticia es que, si te mantienes firme, tus nuevos comportamientos también se convertirán en hábitos. Recuerda que la clave está en ser constantes.
 
4.            Establece un sistema de recompensas.
Es posible que en algún momento sientas que no puedes conseguirlo, que es demasiado para ti. Por eso es importante que establezcas un sistema de recompensas para reforzarte y que sigas pensando en las ventajas que obtendrás cuando lo consigas. Puedes hacerlo de dos maneras: darte una recompensa cada vez que logres hacer una actividad que refuerce el hábito bueno con el que quieras remplazar el hábito malo; o una recompensa cada vez que evites hacer el mal hábito que quieras erradicar. Las recompensas no tienen que ser monetarias e incluso puedes crear un sistema de recompensas y solo recibir un premio al final del mes.
 
5.            Busca apoyo.
Comparte con tus compañeros tu plan para adquirir mejores hábitos en el trabajo y pregúntales si les gustaría sumarse a la iniciativa. También puedes pedir asesoría con quien tenga ese nuevo hábito que desees adquirir o que haya podido dejar el mismo hábito que quieras dejar.
 



Los malos hábitos deben ser eliminados de raíz, de lo contrario las consecuencias se van a ver reflejadas en tu trabajo afectando tu rendimiento y tu productividad. Cuanto antes trabajes para eliminar los malos hábitos mejor será. 
 
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