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Cómo detectar y combatir la productividad tóxica

La productividad tóxica es una mentalidad o forma de ser en la que existe la necesidad constante de trabajar para dar buenos resultados. Produce una sensación constante de no hacer el mejor esfuerzo o pensar que siempre se puede mejorar provocando agotamiento y estrés, que incluso podrían convertirse en extremos de ansiedad, depresión e insomnio. Hace que las personas pierdan tiempo de calidad con la familia, reuniones sociales o que dejen de lado las horas de sueño, el ejercicio y sus pasatiempos. Las personas sienten que no deben descansar. Cuando se ven obligados a tomarse un tiempo, no logran apagar el cerebro y disfrutarlo, porque están demasiado ocupados preocupándose por otras cosas que supuestamente deberían estar haciendo.
La productividad es buena, pero nunca debería ser sinónimo de estrés, ansiedad o nerviosismo persistente. Si es así, el capital humano cruza la línea entre la productividad sana y la tóxica con consecuencias como: tener errores constantes, falta de concentración y de creatividad, mal ambiente laboral y desgaste emocional y físico, lo cual significa un efecto contrario a lo que se busca.

 
Existen algunas señales que nos ayudan a saber si estamos dentro de una productividad tóxica.
 
1.    Tener una agenda sobresaturada.
2.    Sentir culpa por las actividades no hechas en el día.
3.    Sentir culpa si toma momentos de descanso.
4.    Irritabilidad o cambios de humor.
5.    Estrés y ansiedad.
6.    Insomnio.
7.    Trabajar horas extras.
8.    Aislamiento social.
9.    Olvidar el cuidado y la salud personal.
10.   Medir el éxito en función de las horas trabajadas.
11.   Priorizar el trabajo sobre la comida, el descanso, las relaciones sociales o el ejercicio.
12.    No despegarse ni un momento del celular o de la computadora portátil.
13.    Problemas de salud por mala alimentación.
14.    Sentir agotamiento constante.
15.    Depresión.

 
Para combatir la productividad tóxica es necesario:
1.    Definir límites para el trabajo.
La productividad tóxica hace que trabajes demasiado duro durante mucho tiempo. Para romper el ciclo, debes establecer horas claras de inicio y finalización para el trabajo. Aprende a decir “no” para evitar sobrecargarte y tener que cumplir constantemente con expectativas de otros. Trazar límites con tu equipo de trabajo es importante para crear un entorno laboral ameno. No dejes que tus compañeros de trabajo o tu propio jefe pasen por encima, sea con intención o no, marcar los límites es un acto sano, y debemos aprender a manejarlo sin sentirnos culpables.
 
2.    Establece tiempos para descansar.
Dedica tiempo a pasatiempos y pasiones no relacionados con el trabajo y la casa que te hagan sentir bien. No hacer nada es una de las mejores maneras de salir de la mentalidad de que siempre debes lograr algo. Agrega descansos de diez o quince minutos antes y después de las reuniones para darte tiempo de prepararte y relajarte. Tómate una pausa para disfrutar un café, no te saltes el almuerzo, disfrútalo y siéntelo como un beneficio para tu salud física y mental.
 Descansa como mejor te parezca, gestiona tu energía e impide desgastarte, verás como tu productividad aumenta, tu vida personal se enriquece y tu vida se hace más llevadera.


3.    Practica el desapego profesional.
Este concepto consiste en entender que, por muy comprometido que estés, tu trabajo no es lo único que define tu identidad. Aplicar el desapego profesional te ayudará a poner en perspectiva tu rol dentro de una empresa o emprendimiento. Empieza por entender que tú no eres tu trabajo; tu carrera solo es una parte más de tu vida. Tus fracasos laborales no reflejan tu valor como persona. La clave es tomar distancia. Es muy importante aprender a aplicar el desapego profesional en aquellas situaciones que te generan estrés.
 
4.    Enfócate en la calidad y no en la cantidad.
Hacer muchas cosas a lo largo de la semana no es sinónimo de ser productivos. La clave es la calidad de nuestro tiempo, no que hagas muchas tareas en el día o en la semana. Enfócate en lo que puedes, y trata de hacerlo bien, no de hacer más. Disfruta de cada cosa que hagas, que no sea al final algo que te suponga un elevado esfuerzo. Para lograrlo establece objetivos SMART (específicos, medibles, alcanzables, realistas y de duración limitada).
 
Ser productivos no es malo, el problema es que cuando esta productividad se hace excesiva e incide directamente en la salud, tanto física como mental. Debido a que a menudo es difícil reconocer cuándo el esfuerzo se vuelve tóxico es necesario estar atento a las señales y consultar a un profesional en caso de ser necesario.
 
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