¿Qué viene
a tu mente cuando escuchas la palabra improvisar o improvisación? Generalmente no
solemos hacer una relación entre esa palabra y el trabajo, a menos que trabajes
en el medio artístico. Pero, ¿te has puesto a pensar que todos podemos (y debemos
saber) usar la improvisación sin importar a qué nos dedicamos?
Para hablar de cómo o por qué improvisar necesitamos recordar su definición. Podemos decir que la improvisación es un acto reactivo ante algo que no teníamos previsto. Es decir, si reaccionamos ante cualquier cosa que no está dentro de nuestros planes, entonces estamos improvisando. Es también la capacidad de adaptarse rápidamente a los cambios que se presentan y resolver los problemas de la mejor forma para tener un flujo de trabajo eficiente. Improvisar está relacionado con la capacidad de aplicar conocimientos previos para poder solucionar algo.
¿Es malo
improvisar en el trabajo? Depende. La mala improvisación actúa sin preparación
y sin conocimiento ni control de la situación; en cambio, una buena improvisación
tiene como base una buena preparación y conocimiento (y no simplemente hacer lo
primero que se nos ocurra) para tomar buenas decisiones y actuar en consecuencia
para tener buenos resultados. Para improvisar de manera adecuada debes prepararte
cada día haciendo bien tu trabajo. Por ejemplo, un conductor de camiones se entrena
cada día al salir a las calles y así sabrá cómo reaccionar ante el cierre de la
calle que usa comúnmente. Toma en cuenta que para improvisar de manera adecuada
es necesario tener un conocimiento experimentado sobre el tema del que se
trabaja, así pues, se puede actuar sobre la marcha sin fallar. No se trata de
inventar algo sin sustento, pues de lo contrario podemos vernos expuestos a diferentes
riesgos como la creación de más problemas en lugar de tener soluciones.
Existen
dos elementos indispensables, además de la preparación y el conocimiento, para improvisar
con éxito: la creatividad y la disciplina. Piensa, por ejemplo, en los músicos. Son disciplinados,
practican constantemente, y no le tienen miedo a practicar con otros músicos;
reaccionan positivamente a los estímulos que le proponen los otros músicos. Y recuerda
que entrenar la improvisación es dar permiso a nuestro lado creativo para poder
afrontar cualquier cosa que nos venga.
Todos los empleados y empresarios deben conocer su área profesional o laboral a profundidad de tal forma que sea capaz de reconocer cómo puede solventar cualquier eventualidad que se le presente.
Todos los empleados y empresarios deben conocer su área profesional o laboral a profundidad de tal forma que sea capaz de reconocer cómo puede solventar cualquier eventualidad que se le presente.
Cuando
trabajamos, inconscientemente vamos desarrollando nuestra capacidad de reacción:
los proyectos no siempre son iguales, las juntas pueden cambiar de rumbo, los
proyectos suelen sufrir modificaciones al último momento, el feedback puede
transformar el rumbo de nuestro proyecto, etcétera. La forma en que
reaccionamos a esto es parte de nuestro entrenamiento diario. Lo importante es
tomar conciencia ante todos estos sucesos y poder mejorar nuestra capacidad de
respuesta.
La buena improvisación puede, en más de una ocasión, sacarnos de un aprieto y resolver un determinado conflicto. Recuerda que la buena improvisación no reside solo en la inspiración, sino en el trabajo concienzudo y perseverante. No tengas miedo a usar la improvisación, pero recuerda que para hacerlo debes conocer bien tu trabajo, planificar, usar la creatividad y ser disciplinado e incluso atreverte a correr algún riesgo.
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