Cómo influyen las emociones en el trabajo

Las emociones juegan un papel fundamental en la persecución del éxito tanto profesional como empresarial. No es suficiente con un coeficiente intelectual (C. I.) elevado, es también necesario un nivel alto de inteligencia emocional (I.E.) es decir, tener la capacidad de identificar las propias emociones y las de los demás así como saber mantener el control de las emociones y no dejarse llevar por ellas ya que eso podría significar pérdida de proyectos o de clientes afectando a la empresa. Es por esa razón que hoy en día muchas empresas le dan mayor importancia a la I.E., pues un momento de enojo puede echar a perder mucho tiempo de trabajo intelectual.



Las emociones se traducen en una reacción ante ciertos estímulos y si estas reacciones no se controlan o no se gestionan de manera adecuada puede traer consecuencias a largo plazo; por eso la recomendación de no tomar decisiones (como cerrar un trato, por ejemplo) bajo la influencia del enojo, la tristeza o incluso del miedo puesto que impiden tener un pensamiento más claro y ver el panorama completo o desde diversas perspectivas.
Si bien no es posible dejar las emociones en la puerta del trabajo ni ignorarlas sí es posible y necesario aprender a gestionarlas de tal manera que se obtengan más beneficios que daños en el trabajo. De una manera o de otra las emociones estarán influyendo en las decisiones, en las acciones y en las relaciones humanas dentro del ámbito laboral.
Debido a que somos seres sociales podemos influir y ser influidos con el mismo estado emocional (esto debido a las neuronas espejo) de ahí la importancia de trabajar con personas que tiendan a ser alegres en su trabajo y que sepan gestionar sus emociones negativas y no dejarse controlar por ellas. Asimismo trabajar en equipo y dar los resultados esperados depende en gran manera de la I.E. de sus integrantes pues se ven involucradas la confianza y la empatía.


Durante la jornada laboral se pueden presentar emociones y sentimientos como ira, miedo, incertidumbre, frustración, alegría, felicidad, preocupación, etcétera y cuando el cerebro se centra en la emoción, sobre todo si está es negativa (miedo, enojo, preocupación), incapacita a la persona para hacerle frente a la situación y genera mayor ansiedad lo que repercute en sus resultados laborales. Además, las tensiones en el trabajo, las críticas, la presión por el perfeccionismo profesional, las exigencias por cumplir las (altas) expectativas y grandes objetivos, los problemas en casa, la competencia por destacar entre los demás, afectan el estado emocional.
Así que saber gestionar las emociones en el trabajo trae diversos beneficios a la empresa tales como mayor creatividad, crecimiento profesional, mayor motivación, menor estrés, mejor estado de salud, mejor clima laboral, mayor compromiso por parte de los empleados, menor índice de accidentes, un mejor servicio al cliente, prevención de conflictos, reducción del índice de rotación de empleados, entre otros beneficios.


Por supuesto, tener un alto índice de inteligencia emocional no significa no tener problemas pero sí mayor probabilidad de prevenirlos o de darles una mejor solución y mayor probabilidad de tener el éxito buscado.

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